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El día 15 de agosto del presente año se cumple ya un año desde que el régimen talibán llegará a tomar las riendas de Afganistán, sumiendo al país entero en una situación que ya venía siendo arrastrada por 20 años y que no ha hecho otra cosa más que empeorar. 1 año completo en el cual el país se sume en un escenario que día a día es más incierto debido a la represión y retroceso de los derechos humanos que hunde a más de la mitad del país en una hambruna.
Un año ya desde que el país fue tomado por el control talibán bajo la promesa de implementar un régimen más abierto y respetuoso con los derechos humanos, pero nada de eso evito que miles de ciudadanos afganos emigraran de cualquier forma que les fuera posible para huir de lo que sabían que pasaría. Ahora, los periodistas han sido silenciados, los defensores de los derechos humanos encerrados y se vive una enorme opresión con las mujeres y algunas minorías étnicas, mientras que hay hambre por igual para todos.
Los problemas económicos del país acompañado del fuerte golpe a las libertades colectivas he individuales, no hacen más que profundizar en una herida que el país viene arrastrando desde hace ya 20 años con una guerra que los dirige a un futuro muy incierto.
El pueblo afgano está viviendo una auténtica pesadilla de derechos humanos, pues están siendo victimizados tanto de la crueldad talibán como de la indiferencia internacional. El futuro de este país parece lúgubre si la comunidad internacional no presiona al régimen talibán sumiendo a más de 20 millones de personas, lo que representa más de la mitad de la población, necesitando ayuda humanitaria urgente pues no cuentan con un tiempo de alimento seguro al día.
Sucede que sin la ayuda económica extranjera de la que tanto dependía el país, ahora Afganistán cuenta con muy pocos recursos para poder reactivar su economía y ahora lo sufren las familias, sobre todo un millón de niños y niñas menores de 5 años que se encuentran en estado de desnutrición. Hablando de lo que las mujeres están sufriendo, están siendo silenciadas en su totalidad, no tienen permiso de hablar en público, no pueden hacer nada por su cuenta, trabajar, estudiar y conducir son derechos que no tienen. La música ha sido cancelada y son sancionados quienes la escuchan. La zozobra es mucha.
La comisión de la ONU en Afganistán ha denunciado escalofriantes relatos de situaciones que se están viviendo dentro del país contra todo aquel que este en contra de su régimen. Se han registrado almenos unas 780 muertes de civiles, la mayoría de ellas a manos del estado islámico de Irak y Levante, el grupo yahidista terrorista que aún sigue activo dentro del país. Arrestos arbitrarios, torturas y muertes extrajudiciales dirigidas a ex funcionarios de gobierno, simpatizante de USA y defensores de los derechos humanos.
En definitiva, esta terrible crisis en pleno siglo XXI nos indica que no importa cuanto avancemos en tecnología y ciencia si hacemos caso omiso a las necesidades y llamado de auxilio de países en estado de alerta que están siendo sometidos por grupos antisociales que solo tienen sed de poder y violencia.
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